Bosques en peligro, Planeta en riesgo

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En Latinoamérica la deforestación avanza sin reparo convirtiéndose así, en una de las tres regiones del mundo con mayor pérdida de bosques nativos. El 46,4% (935,5 millones de hectáreas) de esta superficie regional está constituida por bosques.

En 2019 cada 6 segundos, el planeta Tierra perdió una extensión de bosque virgen equivalente a un estadio de fútbol. En apenas 1 minuto, diez estadios. 

En Latinoamérica la deforestación avanza sin reparo convirtiéndose así, en una de las tres regiones del mundo con mayor pérdida de bosques nativos. El 46,4% (935,5 millones de hectáreas) de esta superficie regional está constituida por bosques. 

En las últimas tres décadas (1990-2019), se perdieron 96,9 millones de hectáreas de la superficie forestal latinoamericana, según el último informe “El estado de los bosques” realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). 

En la Argentina, la situación no escapa de esta tendencia alarmante. Desde 1998 hasta la actualidad, según un estudio reciente del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible Nacional, desaparecieron 6,5 millones de hectáreas de bosques nativos. 

La cuarentena impuesta por la pandemia de covid-19 no logró pausar esta práctica: casi 50.000 hectáreas en el norte argentino (una superficie similar al doble del tamaño de CABA) fueron deforestadas. De la mencionada superficie, el 87% se encuentra en la zona chaqueña, el segundo foco de deforestación sudamericano luego del Amazonas, sostiene el Ministerio. 

Paradójicamente, el 43% de los bosques se extinguieron durante la vigencia de la Ley 26.331, conocida popularmente como la Ley de Bosques, sancionada en 2007. La citada ley establece tres áreas definidas con distintos criterios de conservación identificadas con diferentes colores. El rojo refiere a bosques primarios de alto valor de conservación, que no deben ser alterados. El amarillo alude a los bosques de mediano valor de conservación, que deben ser aprovechados de forma sostenible en actividades turísticas y de investigación científica. Finalmente, el verde identifica los bosques de bajo valor de conservación permitiendo así su transformación parcial o total. 

El informe en cuestión determina que una de las causas que incentivó el desmonte fue la reducción de las retenciones a las exportaciones de granos, principalmente la soja, lo cual trajo aparejada la ampliación de las fronteras de esos cultivos en detrimento de la superficie del bosque nativo. El área en la que más se evidenció esto fue la región del Chaco, compuesta por las provincias de Santiago del Estero (28%), Salta (21%), Chaco (14%) y Formosa (13%). Otra consecuencia de esta situación fue el desplazamiento de las comunidades locales que allí residían. 

Los datos hablan por sí solos, hasta 2015 se redujo la tasa de deforestación pero luego de ese año volvió a crecer. Entre 2008 y 2018, el 47% (845.832 hectáreas) de la deforestación se identificó con los desmontes autorizados dentro de la categoría verde.

La mayor proporción de las áreas perdidas (el 52,8%) están identificadas en categorías rojo y amarillo, esto es, las áreas que la ley prohibe modificar. Sumado a esto, también se perdieron 983.467 hectáreas de bosques no incorporados en los ordenamientos provinciales. 

Los datos proporcionados coinciden con los difundidos por Greenpeace en su último informe anual de deforestación en el norte argentino. La organización ambientalista reveló que en 2019 se perdieron 80.938 hectáreas de bosques en cuatro de las provincias que concentran el 80% de los desmontes en Argentina. Cifras detalladas señalan: 25.513 hectáreas en Santiago del Estero, 23.521 en Formosa, 14.664 en Salta y 17.240 en Chaco.

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Causas y consecuencias de la deforestación

Los bosques son un reservorio de aire puro, libre de carbono por tanto, son fundamentales para la supervivencia animal y humana. Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de Argentina son en su mayoría (39%) generadas por actividades como la agricultura, la ganadería y la silvicultura. 

La agricultura y la ganadería intensiva constituyen las principales causas de la deforestación. En menor medida la agricultura de subsistencia también contribuye a la degradación de los bosques. Otras causales de esta prácticas son, los incendios, el sobrepastoreo, el desarrollo de la infraestructura y la sobreexplotación de los recursos forestales. 

La pérdida de hectáreas naturales reduce la capacidad de mitigar el cambio climático, provoca alteraciones hidrológicas con mermas en la capacidad productiva de los suelos y aumenta el riesgo de inundaciones. 

La provisión de servicios ecosistémicos a la sociedad tales como, la polinización de cultivos y flora nativa, la dispersión de frutos y semillas, la regeneración natural de bosques (incluyendo árboles leñosos), el control biológico de plagas, la resiliencia hidrológica de los ecosistemas naturales y la diversidad genética de las especies nativas (plantas y animales), se ven disminuidos con la deforestación. 

Esta práctica -la deforestación- afecta también la formación y disponibilidad de recursos, la provisión de bienes de consumo (leña y madera) y de alimentos para las comunidades locales.

En este sentido, para el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible Nacional el monitoreo, la prevención, el freno al desmonte ilegal y la gestión inteligente de bosques nativos representan acciones prioritarias. Así también lo es la revisión de las políticas existentes a los fines de ser más efectivos en el cumplimiento de estas tareas. 

En consecuencia, en los últimos meses se fortaleció el Sistema de Alerta Temprana de Deforestación (SAT) y se mejoró la precisión y periodicidad de la información generada. Igualmente se lograron acuerdos con las provincias en pos de aplicar fondos retenidos en años anteriores por 660.000.000 de pesos argentinos que se suman a los 570.000.000 de pesos argentinos ya dispuestos para el 2020.

Más deforestación implica menos árboles y más inundaciones, lo que se traduce en el avance del cambio climático y el consecuente desalojo de comunidades nativas más la desaparición de especies en peligro de extinción.

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